Bien B ni 2

En primer lugar, además de daros la bienvenida y expresar el deseo de que el blog os guste, tengo que decir que el proyecto que hoy comienza surge en mi cabeza hace varios meses, cuando emprendo la aventura de un viaje Erasmus y, a través de un amigo, compartimos universidad y madridismo, me anima a contar mis aventuras y desventuras como estudiante de intercambio en Italia, a modo de diario.

He de reconocer que al principio la idea no caló en mí, pero poco a poco comienza a explotar una corriente de pensamientos y reflexiones que necesitan ser expuestos en un cuaderno en blanco. A partir de ese momento y tras numerosos halagos y felicitaciones me doy cuenta de que, aunque poca de momento, hay gente a la que le gusta lo que escribo y cómo lo escribo.

Hasta ahora esto de escribir había sido un ejercicio de egoísmo puro, en el que plasmaba tan sólo aquellas consideraciones que a un servidor le venían en gana. Sin embargo, estoacabadempezar tiene una misión distinta, y no es otra que hacer pensar y reflexionar al lector en temas de diversa índole en el que todas las opiniones y comentarios tendrán cabida dentro de un respeto que requiere cualquier medio de comunicación serio.

La política, el deporte, España, el mundo, la música, ciencia... Cualquiera de estos temas y muchos otros tendrán su espacio dentro de una organización y un modelo bien estructurado.

Sin más os doy una grata bienvenida y os animo a participar en el desarrollo de esta herramienta comunicativa. Ya sabéis: esto acaba de empezar!

jueves, 7 de julio de 2011

Estrés térmico

¡Pero cuánta tontería y estupidez colman nuestras vidas! Ahora la cosa va de ecologismo. El efecto invernadero, el calentamiento global o como carajo quieran ustedes llamarlo ha entrado en nuestra rutina con un presentimiento apocalíptico.

Ahora resulta que si en verano hace calor, mal rollo. Si en invierno hace frío, ojito que ya lo avisé. Si en otoño se caen las hojas, nuestros árboles se quedan calvos por la radiación. Fin del mundo, se cierra el negocio, a tomar por saco.

Los medios de comunicación no ayudan en este aspecto, llenando las pantallas con un terror ecologista que, sumado a la ignorancia o la desinformación, pueden causar un cóctel molotov que arruine los circuitos de las mentes más precarias. Todos los años por estas fechas aparecen noticias referentes al estrés térmico que sufre nuestro planeta: "Éste será un verano más cálido de lo habitual". "Se han registrado las temperaturas más altas de los últimos ciento cincuenta años". Y digo yo, si ya hace ciento cincuenta años ya soportamos esas temperaturas, ¿por qué ahora nos extrañamos?

A lo que antes se llamaba calor de cojones, ahora se llama calentamiento global, aunque yo personalmente lo llamaría estupidez e ignorancia. O caradurismo y sinvergüencería, rasgos de los cuatro jinetes del Apocalipsis político y económico en el que vivimos, que sí pueden llegar a terminar con el mundo. Porque como ustedes saben, todo en esta vida es cíclico, aunque mucho me temo que hemos entrado en un bucle de oscurantismo y analfabetismo del que nos va a costar salir.

Porque nos creemos todo aquello que nos cuenta el famoso propulsor del cataclismo climático, el señor Al Gore. El mismo que fue vicepresidente del país más poderoso y a la vez contaminante existente en la madre Tierra. El mismo que ha visto cómo su fortuna se multiplicaba por cincuenta desde que se pasea por las universidades alardeando del reciclaje y el ahorro energético. Y por supuesto, el mismo hijo de la gran puta que tiene una casa de 930 metros cuadrados y que gasta veinte veces más energía que una familia media americana, que por cierto son iguales de gilipollas y paletos que su compatriota.

Que oye, si eso no traspasara fronteras, al menda se la refanfinflaría, pero da la casualidad que aquí también hemos puesto el culo, y van taitantas y las que nos quedan, a la causa ecologista. Y ojo, que no hablo de ir en contra del medio ambiente, ni mucho menos. De lo que hablo es de una absurdez y un populismo de mercadillo que nos hace creer que los que realmente pueden tomar medidas para proteger nuestro bien más preciado, se lo pasan por el arco del triunfo. Desde los que protegen y fomentan las energías prehistóricas basadas en la explotación de los recursos naturales del planeta, hasta los que hacen la vista gorda o miran hacia otro lado con la pesca ilegal y la deforestación.

Eso sí, cuidado con mezclar el brick de leche con el envase del champú o con no usar la mierdecilla de la bolsa biodegradable, será porque se biodegradan a partir de llenarlas con cien gramos de peso, que por cierto, encima nos cuesta pasta.

Así que, señores defensores del cambio climático, afiliados a Greengilipollecespeace y parientes y muertos de Al Gore aqui los espero, con mi compra por el suelo y echada a perder porque la bolsita biodegradable que he pagado ha decidido biodegradarse. Hijos de puta, pienso recogiendo trocitos de cristal del suelo de mi bote de Nocilla. Hijos de la gran puta.

lunes, 13 de junio de 2011

Sobre misas modernas y concilios

Sábado. Una de la tarde o p.m., como dicen los guiris. Emperifollado, con cara de pocos amigos a causa de una resaca tan inoportuna como inesperada y a las puertas de una iglesia para asistir a misa. Tranquilo compadre, de peores has salido, me digo quitándome el sombrero según entro al templo.

Una voz monótona y unos altavoces dignos de un concierto de Bustamante que amenazan con volverme loco me dan la bienvenida. Páter tengamos la fiesta en paz, que yo rezo todas las noches y esto son horas extras que nadie me paga.

Por fin tomo asiento, no sin antes recoger tres o cuatro veces mis gafas de sol del suelo que mi madre se ha encaragado de tirar sin ningún complejo con su mantilla negra. Esto no es un campo de fútbol, así que no está permitido comer chicle, anuncia el párroco por la megafonía. Mi madre, que me mira con los ojos bien abiertos y una expresión que mezcla miedo y sorpresa, se traga el suyo. Por lo menos el cura la ha acojonado y no se moverá, para alivio de mis gafas. Nada más lejos de la realidad, me dicen mirándome desde el suelo.

En pie. Veinte minutos de reloj. Las piernas me flaquean y mis pies me piden una solución que pasa por posar mis posaderas en el banco de madera. Esta vez el acojonado soy yo cuando un perro de presa con un cartel que reza catequista, circula por el pasillo de la parroquia estableciendo el orden, en concreto, su orden.

Por fin me siento. ¿Cuánto vale un yate? oigo preguntar al páter. Joder con la Iglesia, ya no sabe qué hacer para ganar clientes que ha metido una cuña publicitaria de El Precio Justo. Dos minutos más tarde me entero que todo era una metáfora para demostrar que Dios, Cristo, la Virgen, su mascota la Paloma, el Papa, los obispos y toda la madre que parió a la Iglesia no tiene precio. ¡Bendita contradiccion! pienso según arrojo mis últimos 50 céntimos al cesto de mimbre que sujetaba, en esta ocasión muy sonriente, el perro de presa.

En pie. Sí, otra vez. Una muerte por indigestión de ibuprofenos cada vez adquiría una forma más clara en mi cabeza. Los hits eclesiásticos del verano eran la causa de ello. Alabaré alabaré, Dios es amor la Biblia lo dice y Santo, santo, santo es el Señor son el cúlmen del gran concierto. Sólo falta La experiencia religiosa.

En esas el perro de presa echa a una maruja a la calle. Mis gafas de nuevo en el suelo, gracias mamá te doy pistas para lo que quiero en mi próximo cumpleaños, y yo acojonado con el catequista bipolar. Antes de dar las hostias, para mi gusto pocas las que se repartieron, hay tiempo para la paz. Literal. Besos de señoras con cemento en la cara y apretones de manos calientes y sudorosas.

Con ganas de cagarme en el Copón de Bullas miro al Cristo que está crucificado . Me devuelve la mirada, resignada y compasiva. Y qué quieres que haga yo, me dicen sus ojos, si con esta chorrada de las misas modernas y los postulados del Concilio Vaticano, más que la Casa de Dios esto parece una casa de putas. Y es en ese justo instante cuando me marcho en paz. Con Dios.

miércoles, 27 de abril de 2011

Era una húmeda noche de primavera

Era feliz, aunque estaba triste. Aquella noche de primavera decorada con una ligera llovizna la encontraba más guapa que nunca. Su pelo proyectaba una sedosa luminosidad y sus ojos... ¡qué decir de aquellos enormes ojos negros!

Todo le sonaba a primera vez y, sin embargo, le hubiera encantado parar el tiempo en aquel preciso instante. No quiero que te vayas, susurró escondiendo la mirada en su plato. Son sólo unos cuantos días, respetó ella con seguridad y aplomo.

No le gustaba hablar de presentimientos, pero un nudo en la garganta no le dejó disfrutar de la cena. Sus labios pronunciaron varios te quiero de forma íntima para que ella, sentada en la silla de madera justo enfrente, no notara su preocupación. No te vayas, volvió a decir de forma casi suplicante. Ella le miró seria, en una mezcla de ignorancia y compasión. Los días se pasan volando, dijo al fin.

Le cogió la mano y le acarició el brazo con la punta de los dedos a la vez que un suspiro de resignación cortaba el aire. Sólo tenía ganas de tocarla, besarla y abrazarla. No soltarla nunca De forma sincera se dijo a sí mismo: la quiero. Todo era perfecto.

Pero aquella maldita sensación de despedida para siempre le mantenía intranquilo y el nudo que le apretaba el gaznate le bajó al estómago. Quería quedarse con aquel segundo. Con aquella imagen. Con ella.

Tras un corto paseo hasta llegar a su casa, un apasionado beso como el de Clark Gable y Grace Kelly en Mogambo, y un cálido abrazo, bajaron el telón de aquella húmeda noche. Ya desde el asiento de su coche, y sin dejarla de mirar, levantó la mano de forma tímida, aunque sus entrañas proyectaban gritos de impotencia mientras la puerta del ascensor se cerraba de una manera agónica.

Por su mejilla entonces sintió un cosquilleo húmedo que desapareció cuando se pasó la mano por la cara. Quería llorar. Y lo hizo. ¿Por qué no has insistido más? ¿Por qué no has impedido que se vaya? ¿Por qué esa sensación de nostalgia que te recorre el cuerpo no te deja respirar? En ese momento lo comprendió todo. El sonido de un claxon lejano le despertó y dos enormes focos le despertaron. Y entonces, la vio por última vez. Era una húmeda noche de primavera.

miércoles, 20 de abril de 2011

¿Por qué no me habéis robado el mes de abril?

¡La guerra que va a dar este mes de abril! Ya me lo podrían haber robado como rezaba Sabina. Ni el debate sucesorio de Zapatero, ni las ofertas que propone la justicia española a razón de 22 años de cárcel por 22 asesinatos y le quitamos dos, aprovéchese. Ni, incluso, la madre que parió a la crisis. Nada. Todo ha quedado en un segundo plano por el fútbol.

Los Madrid-Barcelona o Barcelona-Madrid, para que nadie se ofenda que está el tema muy sensible, sirven de paréntesis y de paraguas ante el chaparrón que no escampa. No tendremos ni para comer colega, pero oye, hay fútbol y algo es algo.

Este analgésico deportivo actúa rápido y usa las técnicas houdinianas del escapismo, para evadirnos durante noventa míseros minutos, de todos los problemas, que para algunos, son muchos por desgracia.
Joan Laporta durante su etapa como presidente del FC Barcelona
O eso era antes, porque ya ni el fútbol te dejan ver tranquilo. Ahora, ya no estamos pendiente de si juega Puyol o si de Mourinho dará la mano a Guardiola. Ahora vamos a estar atentos a cómo actúa la gente cuando suene el himno de España que, pese a quién le pese, es el himno de todos los españoles, lo que incluye a vascos y vascas, catalanes y catalanas, andaluces y andaluzas, madrileños y madrileñas y canarios y canarias. Es que el tema del machismo en la lengua está también muy mal visto en los últimos tiempos…

Porque podríamos analizar la corriente catalanista, muy respetable, instaurada a comienzos del siglo XX y no desde la prehistoria como defienden algunos cavernícolas. O podríamos decir que el condado de Cataluña pertenecía a la Corona de Aragón, que como todos sabréis en su unión con la reino de Castilla, formaron en gran medida, la pocilga que hoy conocemos como España. Pero eso lo dejamos para otra ocasión.

Prefiero centrarme en el respeto, que es de lo que va esta vaina. Porque un chupatintas de Solidaridad Catalana por Cataluña, partido independentista creado por Joan Laporta, ex-presidente del Barcelona y próximamente en los mejores cines en “juzgado por cogerse unos millones de las comisiones”, ha pedido defender la catalanidad “de forma cívica” silbando el himno. Es lo que pasa cuando se dejan suelto un cabestro, que se pierde.

Este es un país democrático que cuenta con la libertad de expresión como uno de sus estandartes. Pero una cosa es la libertad de expresión y otra es pasarse por el forro las instituciones y los símbolos de tu país. Como se dijo ayer en un famoso programa de televisión “yo no soy católico, pero no por eso voy a la iglesia a silbar el Padre Nuestro”.

Lo dicho. Que viva el fútbol y que todos estos personajes que no representan a Cataluña ni a los catalanes queden fuera del terreno de juego porque lo único que fomentan es el odio y la falsedad. En definitiva, la historia de este país, o como diría mi padre:de las dos Españas.

miércoles, 13 de abril de 2011

Los mismísimos del nazareno

Llega la Semana Santa. Válgame Dios. Que si el Cristo de Medinaceli por aquí, que si devotos por allá, que Macarena guapa, guapa y guapa. Lo de todos los años, vamos.

He de reconocer que me gusta. No sólo por lo que al aspecto artístico y cultural se refiere, dejando de lado cualquier matiz religioso, sino por las comidillas y polémicas de carácter gilipollezco que nos invaden estos días. Con la Iglesia hemos topado.

El otro día ví en la televisión un reportaje, entre torrija y torrija, en el que los habitantes de un pueblo pucelano casi acaban como el rosario de la Aurora. La razón: que a su Cristo en brazos de la muerte se le ven sus partes íntimas. Señoras escandalizadas, el alzacuellos del cura por los suelos, la Inquisición saliendo de las alcantarillas y alguno que otro mandando al infierno a Zapatero, que no tiene nada que ver pero oye, la tele es la tele y hay que aprovechar.

Cristo en brazos de la muerte de Ricardo Flecha
Total. Que al pobre Cristo, que mira al cielo pensando Ay Señor llévame pronto, le colocan taparrabos para salir en procesión. Ahora va a resultar que el Nazareno era asexuado. Así la Santa Inquisición eclesiástica tendría una razón para desmentir las teorías judeomasónicas de la descendencia.

Yo, que queréis que os diga, ni me mojo ni me dejo de mojar, pero la escultura, sea un Cristo crucificado o un David de Miguel Ángel, es un elemento artístico, lo que conlleva la libertad del autor. Y si al autor le ha salido de los mismísimos tallarle los mismísimos a un nazareno, pues quién somos nosotros para tapárselos. Y a quién Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga.

Lo que mi mente no concibe es que el páter de un pueblucho se escandalice y se ponga colorado con un tema tan banal, cuando sus compañeros de seminario van dejando semillitas a niñas de 13 y 14 años, cuando sus hermanas están metidas en asuntos de drogas, prostitución y robo de niños, y sus jefes apuestan fuerte por el SIDA y por erradicar el aborto.

En vez de tanto rezar y tener presente a la Santa Madre habría que mentar a la puta que parió a más de uno y dos con sotana y alzacuellos. En fin, que Dios los cría y ellos se juntan.

martes, 5 de abril de 2011

Manual del perfecto idiota

En todos los sitios y lugares cuecen habas y crían tontos. Que luego se junten o no es cosa suya, aunque dentro de poco, la marca tipical spanish va a rescindir el contrato con los toros y las sevillanas para patrocinar a un grupo en expansión, cuyas inversiones se han triplicado en los últimos años. Me refiero a los idiotas. También conocidos como gilipollas, tontos, imbéciles o payasos, sin ofender a los bufones y a los honorables currantes de la profesión circense.

El idiota común cuenta con el problema de la superpoblación y está presente en todos los rincones del planeta, aunque en España, con su libertinaje, su permisividad con la ley y su tufo a república bananera ha encontrado su hábitat natural.

Este ser se adapta a cualquier ambiente y puede ser fácilmente reconocido en innumerables situaciones. Una de las más habituales nos presenta al imbécilus ibérico en uno de sus lugares favoritos: el coche, donde la música se encuentra a un nivel demasiado elevado para el ser humano común. Es uno de los puntos débiles del idiota. Si veis a un chico o chica en el metro o en el autobús compartiendo con todos las canciones reggetoneras de su móvil, no dudéis, se trata de un imbécil. Si vais a una discoteca donde te pueden estallar los tímpanos, abrid bien los ojos pues veréis a numerosos especimenes. Si llegáis a conocer los gustos musicales de vuestro vecino de arriba, que no os avergüence decir que compartís bloque con un auténtico merluzo.

Si hablamos del oído como una flaqueza de estos individuos, su nariz alardea de ser una de las partes más importantes de su fisonomía. Grande y con los orificios bien abiertos, lo que en ocasiones provoca importantes sangrados que culminan en polvos de talco o harina, qué sé yo.

Un tonto común no entiende de cultura (quesito marrón en el Trivial, por si alguno de ellos está leyendo esta entrada). Ellos prefieren hablar de cultura callejera. Traducido a un lenguaje coloquial estaríamos hablando de pintorrear paredes y destrozar el mobiliario urbano, algo en lo que algunos son expertos y por lo que habría que darles el premio a gilipollas cultural del año que, visto lo visto y los tiempos que corren en los que hay que reinsertar a todo imbécil o inadaptado, no me extrañaría verlo en un par de meses.

No quiero finalizar esta entrada sin antes realizar una breve descripción de su apariencia física y forma de vestir. Gorra al estilo parabólica Digital Plus, calcetines por encima del pantalón y pendientes en la ceja o en el labio son algunos de sus condimentos indispensables. Algunos también cuelgan de sus cuellos rosarios, por lo que deben venerar a San Apapucio o San Pito Pato, los santos en los que nos cagamos con más frecuencia la raza humana.

Si os encontráis a un ser por la calle con falta de oído, la nariz grande y con marcas de sangre y viste con la gorra apuntando al cielo, miradle fijamente y quedaros con su cara porque posiblemente estéis viendo a un futuro ministro y quién sabe si presidente del gobierno de España, el país de las oportunidades.

martes, 29 de marzo de 2011

Laudrup, la elegancia vestida de futbolista

Algo especial rondaba el ambiente del terreno de juego cuando Laudrup conducía la pelota. Los aficionados, los cámaras y sus propios compañeros sabían que ocurriría algo. Al igual que los magos, nadie, salvo el danés, entendía cómo era capaz de dar aquellos pases que simulaban los mejores trucos de magia.
Michael Laudrup nació en un pequeño pueblo de Dinamarca en 1964. Debido a la exquisitez y elegancia de su juego, combinado con la pausa y la tranquilidad, el Ajax holandés se fijó en él cuando apenas contaba con 14 años; pero fue con el Brondy, equipo de su país natal, con el que debutó en el fútbol profesional en la temporada 81.

Foto de la web comicastle.com
Allí jugó dos años, en los que impresionó con su habilidad con el balón y con su olfato goleador. Acababa de cumplir la mayoría de edad y toda Dinamarca le coronó como Kongen (El rey). Las ofertas de los grandes de Europa no tardaron en llegar y, finalmente fue la Juventus quién se llevó el gato al agua. El fútbol italiano, repleto de contacto y choque, no estaba hecho para este danés, que necesitaba explotar su elegancia y su depurada clase. Durante la Eurocopa de 1984 y el Mundial de 1986 la selección danesa, capitaneada en la mediapunta por Laudrup, se ganó el apelativo de la Brasil europea por el gran juego que desplegaba.

Compartió vestuario en la Vecchia Signoria con otro mago del balón, Platini. Pero los egos también existían en esa época y el francés pintaba mucho y muy bien en aquel equipo italiano. Si en Italia no llegó a convencer, en España hechizó

En el verano de 1989 Johan Cruyff vio algo en aquel anodino rubio y se lo llevó al Barcelona. Allí tuvo una época dorada. Ganó cuatro Ligas y una Copa de Europa. El Rey danés sacó todo su fútbol y toda su clase en Barcelona, pero no todos los cuentos acaban con un final feliz.
En el verano de 1993 aterrizaba en Barcelona un brasileño llamado Romario. Si no fuera porque luego se convirtió en uno de los mejores jugadores del planeta, nadie entendió como aquel pequeño delantero vino para sentar a Laudrup en el banquillo.

“No aguanto más”. Estas fueron las palabras pronunciadas por el danés tras la ruptura del idilio con Cruyff, que se volvió insostenible tras la suplencia de Laudrup en la final de la Copa de Europa que perdió el Barcelona ante el Milán.



Entonces apareció Ramón Mendoza, quién sólo necesitó una cena en el Hotel Hilton de París para convencer a Michael de fichar por el Real Madrid. Aquel año el conjunto blanco reformó el equipo de arriba a abajo. Llegó Valdano como entrenador, y junto con él un argentino llamado Redondo, que daría muchas tardes gloriosas en el Bernabéu; además un jovencísimo Raúl empezaba a despuntar.

La belleza que desprendía Laudrup con el balón encandiló a la afición madridista desde el primer partido. Con la cabeza levantada, analizaba la situación y antes de que nadie pudiera intuir un espacio, él ya había lanzado un pase. Desde Schuster, otro pelotero rubio, ningún jugador había conseguido maravillar a una afición tan exigente como la del Santiago Bernabéu. La belleza de su fútbol y su limpieza en el terreno de juego, han hecho que Laudrup, el rey danés, y su fútbol, se conviertan en inmortales en el templo del madridismo.